No sé cuando comencé
a dudar del derecho
de los buenos de las películas
y que los otros
no son malos ni buenos
sólo desconocidos
Indios desconocidos
soldados japoneses
pobres hambrientos
aborígenes extraños
hasta extraterrestres
y fantasmas
Siempre los otros
los extraños
son los malos
Y nosotros los buenos
Nosotros los millonarios
nosotros los supergalanes
nosotros los blancos gringos
Nosotros siempre triunfamos
Y comencé a dudar
de esos triunfos prestados
porque no soy el niño millonario
no soy el galán encantador
no soy no seré el gringo
amo absoluto
junto a su dios
de la única razón
No seré más de lo que soy
No me haré un fraude
a mí mismo
porque soy indio
y pobre hambriento
y extraño aborigen
En algún momento
entré en la senda sin regreso
de arañar la tierra
comprendiendo que todas las raíces
son las mías
Hoy admiro feliz
al prieto audaz
que lucha fuerte
y es vencido traidoramente
por el ojiazul dueño de las películas
Detrás de la cámara
el siempre vencido
me hace un guiño
porque está listo
En instantes los indios
emplumados y a caballo
los pobres robapán
los morenos todos
de grandes labios
y pies ásperos
ya no caerán muertos
con las balas de salva
Los rebeldes todos
saltarán de la pantalla
para acompañarnos
a tomar por asalto
nuestras secuestradas vidas
(Ciudad Ojeda, 1/1/03)
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